miércoles, 25 de mayo de 2011

¡Ahora o nunca!

¡Cuántas veces se dejan pasar oportunidades de conocer mejor a alguien y luego nos arrepentimos, sobre todo con alguien con el que se dan vibraciones especiales. Gente que se conoce en una reunión o que coincide con nosotros temporalmente en alguna actividad y con quien podemos intercambiar algunas palabras, o pasar todo un día y que nos hace sentir que no es como los demás, y que quizás podríamos establecer una relación de amistad o algo más.
Pero ¡ay! no hacemos nada y luego su recuerdo nos está matando durante días y creándonos sentimientos de frustración, por no haber actuado. Sobre todo si es difícil de volver a localizarle, o ya no se tiene un pretexto para verle.

Es verdad que recibimos mucha información inconsciente de las otras personas, en forma de gestos, miradas, comportamientos... Siendo curiosas la cantidad de similitudes que se pueden encontrar con un desconocido que nos atrae. (Y no me refiero por un físico atractivo) Similitudes en lo que atañe a historias familiares vividas, o necesidades profundas. Este fenómeno es universal, y hace que las personas simpaticen por sus necesidades o complementariedades psicológicas inconscientes.

La cosa es que cuanto más nos gusta alguien, o nos llama la atención, más inseguridad puede producir, y uno se inhibe, o se paraliza. Se nos congelan las palabras en la boca, cuando estaríamos deseando decirle montones de cosas: aunque sólo fuese nuestro deseo de conocerle mejor, y volver a quedar.

No actuamos y es mejor hacerlo y despejar dudas futuras ¿Por qué no atreverse? ¿qué puede pasar? ¿qué nos rechace? ¿que nos evite? Podría ser, pero si hemos interpretado bien los signos mutuos de simpatía, sería lo más improbable.

Igual lo que da miedo es que sentimos que esa persona pueda ser especial y eso nos paraliza, pues empezamos a imaginar un futuro con ella, y sentimos que arriesgamos a perder a alguien que ya nos parece importante. Sentimos miedo por anticipado. Nos precipitamos, pensado en lo que no va a funcionar o en que no le vamos a gustar, cuando ni le hemos empezado a conocer. Cuando lo que está pasando sólo ocurre en nuestra cabeza.

Debemos entablar el diálogo, pensando que si hubo miradas o simpatía el peso del encuentro no es solo nuestro. El otro está ahí, y parece que tiene interés. Ya hará lo que le corresponda. Abrimos un mundo de posibilidades, que no tienen por qué ser negativas, y si lo fueran es cuestión de poner el límite donde nos convenga. Siempre podemos decir NO. ¿Por qué reprimirse?

martes, 24 de mayo de 2011

Recordando: 'El Caballo De Arena'

Me dio por recordar mi infancia, y entre lo más bonito que encontré, fue una memoria acerca de un cuento que me fascinó la primera vez que lo leí: se llamaba 'El caballo de arena', y aparecía en el libro de Español de tercer grado de primaria. Lo comparto con ustedes, de los que, estoy seguro, más de uno lo recordará:

EL CABALLO DE ARENA

Había un artista que hacía esculturas sobre la arena y con arena, un día fue a la playa, demarcó un espacio, dejó su sombrero en la arena y se puso a trabajar. Primero trajo agua del mar y remojó la arena seca. Luego se puso a palmear y a moldear la arena. Decidió hacer un caballo.

Poco a poco, el caballo empezó a tomar forma: los músculos y los cascos, la cabeza erguida y las crines ondulantes.

La playa comenzó a llenarse de gente. Se paraban a admirar el caballo de arena. Y tanto les gustaba que dejaban dinero y las monedas tintineaban en el sombrero del artista.

El caballo iba creciendo. Era un caballo al galope, un caballo que galoparía para siempre, aunque tendido en la arena, fijo sobre uno de sus costados.

El escultor dedicó todo el día a su caballo, dando formas perfectas a los músculos de las piernas y el cuello, acentuando cada onda de sus crines.

 
Trabajó hasta la puesta del sol, cuando se sintió el frio en la playa. Entonces, las familias empezaron a irse, plegando sus sillas de tijera y sacudiéndose la arena. El artista recogió las monedas de su sombrero y también partió.

Al quedarse solo, el caballo de arena comenzó a despertar. Estaba vivo, pero no podía moverse. Abrió su único ojo, pero solo veía nubes. Con su único oído escuchó las gaviotas, el rugir y suspirar del mar. Y, mezclados con los estallidos de las olas, oyó suaves, casi imperceptibles relinchos.

Una gaviota se le posó en el lomo y lo picoteó con su pico filoso.

—Gaviota ¿Qué son esos relinchos?— le preguntó el caballo de arena.

—Son los caballo blancos allá en la bahía— respondió la gaviota.

—¿Qué hacen? ¿A dónde van?—preguntó de nuevo el caballo.

—Están brincando, corriendo, galopando y van a todas partes, a todos los puertos, a todas las costas, a todos los horizontes, a todas…

—Quiero ir con ellos— dijo el caballo de arena.
—¿Tú? Tú no puedes ir, eres un caballo de arena y no te puedes mover—dijo la gaviota burlándose y se alejó.

Entonces el caballo trató moverse pero no pudo, estaba fijo a la arena de la playa, el caballo comenzó a oir: “Ven con nosotros”, una y otra vez lo escuchaba. Entonces una ola chocó con la playa y lo bañó de espuma.

Y rompió una nueva ola, inundándolo, anegando su cabeza y sus crines.

—¡Ya voy! ¡Espéreme!— gritó.

Rompió otra ola y el agua corrió entre espumas a su alrededor, llenando todos los huecos.

El mar lo absorbía, lo arrancaba, lo deslizaba por la playa.

—¡Ya voy! ¡Ya voy!—gritaba.

Entonces llegó hasta la playa una ola enorme que se irguió, se encorvó y se desplomó sobre el caballo de arena, arrastrando sus crines, su cabeza, sus piernas y su cuerpo.

La ola gigantesca regresó mar adentro, llevándolo consigo. El caballo de arena sentía que las olas lo levantaban y lo mantenían a flote. Estaba en medio de los caballos blancos. El caballo se había ido con los demás caballos. 

A la mañana siguiente el artista bajó a la playa, se encontró con un grupo de gente que decía: “Es una lastima, todo su trabajo se lo llevó el mar”, al artista sonrió y se sintió satisfecho de ello. El sabía que el caballo se había ido al mar y estaba feliz.

viernes, 20 de mayo de 2011

Reliquia Familiar: 'Divino amor'

Desde que tengo uso de razón, en el librero de mi casa han estado tres libros viejos, polvorientos y percudidos por los años... Nunca me había interesado saber qué se ocultaba dentro de ellos, hasta hace unos meses, cuando decidí abrirlos, alentado por mi padre, y descubrí que se trata de una novela titulada 'Divino amor', de un tal Antonio Fossati. Comencé a leerla, y me pareció muy buena, así que me di a la tarea de buscar más en internet sobre dicha obra: cual fue mi sorpresa al ver que ¡no había absolutamente nada referente a ella! Nada sobre el autor, nada sobre la trama, ni mucho menos sobre los personajes... Así que comencé a investigar más aún acerca de 'Divino amor', pero esta vez no en internet, sino con mi abuela, una anciana de 79 años, quien podría decirme algo referente a estos tres pesados y viejos libros.
Resultó ser que en realidad, dichos libros, no eran libros como tales, sino hojas de un periódico que circulaba por la ciudad de Atlixco hacia principios de siglo pasado, por allá de los años 20. En dicho periódico se publicaba, día con día, una entrega de la novela que menciono, por lo que el padre de mi abuela, o sea, mi bisabuelo, comenzó a reunir las páginas donde se narraba una historia de amor tan intensa como una revolución, hasta juntarlas todas. Al final de dicha tarea, había logrado reunir al rededor de mil doscientas páginas y se le ocurrió mandarlas a encuadernar, para así poder conservar esta novela de la que, estoy seguro, el único ejemplar que existe es el que tengo sobre mis manos...


Me dispuse a transcribir una parte de ella, la cual compartiré con ustedes más adelante, y espero sea de su agrado. Saludos...

domingo, 8 de mayo de 2011

Mi sentir por las telenovelas y su música

Desde muy temprana edad, la TV ha sido una fiel compañera, y parte de la diversión que he podido encontrar en el amplio universo televisivo son las famosas telenovelas, antes solo eran una diversión, pero ahora se han vuelto parte de mi vida, mi conocimiento sobre estas se ha ido incrementando con el pasar del tiempo, he recolectado mucha información acerca de ellas, y parte de esa misma información es la música que acompaña a cada una de las escenas que se han visto en la pantalla.

No se porque extraña razón esa música incidental comenzó a llamar mi atención, y uno puede pensar que es música hecha esecialmente para la telenovela en sí, pero resulta que no, al parecer antes, y estoy hablando de hace décadas, era mucho más facil utilizar la música que era compuesta por autores extranjeros, y no solo en telenovelas, sino también en series, comerciales, promos, etc. Pero es en las telenovelas donde la música cobró más significado.

Creo que el simple hecho de que escuche una melodía en si, me hace remontar a esa telenovela en particular, además de que son melodías que de verdad te prenden, te emocionan, y te provocan de todo, desde la melancolía, la tristeza, hasta el misterio y el miedo, pueden ser de varios géneros, desde el New Age, el Rock, el Pop, etc., y de varios autores algunos desconocidos para los gigantes comerciales y la cultura popular, como lo son Enya, Tangerine Dream, Mannheim Steamroller, Klaus Schulze, Rainer Bloss, Jean Michel Jarré, entre otros.

Durante casi 3 años he recolectado muchos nombres tanto de melodías y autores, información que han dado tanto en Youtube, como en otros foros, gracias a esas pequeñas pistas, he podido iniciar una búsqueda mas profunda y he dado con otros que se hallaban ocultos en mi baúl de recuerdos, y que así de la nada, salen a la luz nuevamente.

Pero ahora, gracias a las telenovelas, la música incidental ahora forma parte del soundtrack de mi vida, porque esas mismas melodías las he utilizado para ambientar mis estados de ánimo, desde la alegría hasta la tristeza y melancolía que muy frecuentemente me embarga cuando no hallo salida a mis depresiones, pero eso ahora no viene al caso.

Ahora que he expresado mi sentir y mis razones de porque mi gusto por la música incidental, creo que habrá muchos como yo que también inician su propia búsqueda y que ojalá con la ayuda de este blog, podamos tener contacto y así compartir la información tan valiosa que muchos desearían tener, al igual que nosotros lo deseamos.

En una próxima visita, podré comenzar a compartir lo que yo he encontrado a lo largo de este tiempo, y que apartir de ahora, muchos otros se animen a hacer lo mismo

martes, 3 de mayo de 2011

La Leyenda De Matrioska

Hace unos días, leyendo el subnick de una persona muy especial para mí, me topé con que quería una Matroiska. Investigué, y hallé que son unas muñecas artesanales rusas muy características; pero sin duda, lo que más llamó mi atención, fue la leyenda que explica su origen. A continuación, se las dejo, y comienzo así este blog sobre lo que cada día me sorprende:

Había una vez un virtuoso carpintero ruso llamado Serguei, que se ganaba la vida tallando los más hermosos objetos de madera: instrumentos musicales, juguetes… Todas las semanas, se enfrentaba al frío del bosque para buscar madera y así construir nuevos objetos. La mañana que le tocaba salir para recolectar material, se encontró todo el campo cubierto de una gruesa capa de nieve. La noche había sido cruenta, y el carpintero rezó para que la fortuna le sonriera. Sin embargo, toda la madera que encontraba en su camino estaba húmeda, y tan sólo le servía para calentarse al fuego.

Abatido por el cansancio, decidió retornar a su hogar y probar suerte al día siguiente. Cuando se disponía a dar media vuelta, le llamó la atención un bulto que sobresalía de un árbol. Al acercarse, comprobó que se trataba de un trozo de madera espléndido, el más bello que había visto en su vida. Presto como el rayo, regresó a su estudio, pero tardó varios días en decidir qué tallar. Finalmente, se decidió e ideó una preciosa muñeca.

Era tan bonita, que convino no venderla sino quedársela para que le hiciera compañía. “Te llamaré Matrioska, dijo a la inerte figura. Cada mañana, al levantarse se dirigía a su única compañera: “Buenos días, Matrioska”. Un día, ésta le respondió: “Buenos días, Serguei”. El carpintero se sorprendió, pero en vez de sentir miedo, se sintió feliz por tener alguien con quien hablar.

Al tiempo, el carpintero percibió que Matrioska estaba triste y le preguntó qué le ocurría. Ésta le contestó que veía cómo todo el mundo tenía un hijo o hija, y que ella anhelaba tener uno. “Tendré que abrirte y sacar madera de ti, y eso será muy doloroso”, le contestó Serguei. A lo que ella le replicó: “En la vida, las cosas importantes requieren de pequeños sacrificios”. Y ni corto ni perezoso, éste talló una réplica, más pequeña, y la llamó Trioska. Ya no sentiría sola.

Pero el instinto maternal se apoderó también de Trioska y Serguei accedió a que ésta también tuviera una hijita. Esta vez se llamaría Oska. Pero Oska también quería descendencia. El carpintero comprobó que apenas quedaba madera dentro de Oska, como mucho podría haber una muñequita más. Tras reflexionar, talló un muñeco diminuto -al que bautizó como Ka- con bigotes, lo puso frente al espejo y le dijo: “eres un hombre, no puedes tener hijos”.

Entonces, metió a Ka dentro de Oska. A Oska dentro de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska. Un día, misteriosamente, Matrioska desapareció con toda su familia dentro. Serguei quedó desolado...